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jueves, 14 de abril de 2011

papa juan xxiii

PAPA JUAN XXIII
NACIMIENTO Y PRIMEROS AÑOS DE SU VIDA

Angelo Giuseppe Roncalli, nació en Sotto il Monte, 1881.  . Era el tercer hijo de los once que tuvieron Giambattista Roncalli y Mariana Mazzola, campesinos de antiguas raíces católicas, y su infancia transcurrió en una austera y honorable pobreza.






A los once años ingresaba en el seminario de Bérgamo, famoso entonces por la piedad de los sacerdotes que formaba más que por su brillantez. En esa época comenzaría a escribir su Diario del alma(testimonio insustituible y fiel de sus desvelos, sus reflexiones y sus sentimientos).
En 1901, Roncalli pasó al seminario mayor de San Apollinaire; sin embargo, ese mismo año hubo de abandonarlo todo para hacer el servicio militar; una experiencia que le enseñó a convivir con hombres muy distintos de los que conocía y fue el punto de partida de algunos de sus pensamientos más profundos.
ORDENACION SACERDOTAL Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Angelo  Giuseppe Roncalli fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904 en Santa María al Monte, Roma, y al día siguiente  celebró su primera misa en la basílica de San Pedro. Un año se gradua  como doctor en Teología. En aquel tiempo monseñor Radini Tedeschi al ser designado obispo de Bérgamo por el papa Pío X, conoce de cerca al padre Roncalli y lo nombra su secretario, obteniendo así su primer cargo importante.
Dio comienzo entonces un decenio de estrecha colaboración material y espiritual entre ambos, de máxima identificación y de total entrega en común. A lo largo de esos años, Roncalli enseñó historia de la Iglesia, dio clases de Apologética y Patrística, escribió varios opúsculos y viajó por diversos países europeos, además de despachar con diligencia los asuntos que competían a su secretaría. Todo ello bajo la inspiración y la sombra protectora de Tedeschi, a quien siempre consideró un verdadero padre espiritual.
En 1914, la muerte repentina de monseñor Tedeschi, y el estallido de la Primera Guerra Mundial retrasaron todos sus proyectos y su formación. Fue sargento de sanidad y teniente capellán del hospital militar de Bérgamo, donde pudo contemplar con sus propios ojos el dolor y el sufrimiento de la guerra.

PRIMER CARGO NACIONAL
Concluida la contienda, fue elegido para presidir la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y pudo reanudar sus viajes y sus estudios.

lunes, 11 de abril de 2011

Beata Pierina Morosini (Abril 12)

Virgen y mártir de la Orden Franciscana seglar (1931‑1957). Beatificada por Juan Pablo II el 4 de octubre de 1987.

Hija mayor de los esposos Roque Morosini y Sara Noris, nació en Fiobbio, diócesis y provincia de Bérgamo, el 7 de enero de 1931. Educada cristianamente por sus padres, y en especial por su madre. Hizo sus estudios primarios con buenos resultados, pero, debido a la pobreza de la familia, que necesitaba de su trabajo, aprendió el oficio de la costura, y a la edad de quince años se colocó a trabajar en la fábrica de confecciones Honeger de Albino. Allí iba todos los días a pie, con la alegría de ser útil a los suyos. En el ambiente de trabajo se distinguió siempre por su diligencia y cortesía, su espíritu reservado, su fe y caridad, de modo que se ganó la estima y el respeto de los directivos y de sus compañeros de trabajo, a quienes edificaba con su ejemplo. Inscrita en la Juventud Femenina de la Acción Católica participó en la peregrinación a Roma para la beatificación de María Goretti (27.04.1947); fue el único viaje que realizó en su vida. Se empeñó activamente en todas las obras parroquiales, especialmente como celadora del seminario y de las Misiones. Cada mañana antes de ir al trabajo se acercaba a la mesa eucarística y mientras iba al trabajo o regresaba del mismo, rezaba siempre el Rosario.
Como de costumbre, el 4 de abril de 1957 había comenzado oportunamente su actividad acostumbrada. En las primeras horas de la tarde, mientras regresaba de Albino a su casa, en un lugar solitario fue abordada por un joven que no le ocultó sus torpes propósitos. Pierina trató de hacerle entender la gravedad de sus intenciones y le opuso una fuerte resistencia. Fue inútil. Agredida, se defendió con todas sus fuerzas. Herida mortalmente en la nuca con una piedra repetidas veces, siguió pronunciando palabras de fe y de heroico perdón, hasta que entró en un coma irreversible. Hallada más tarde en el lugar de su martirio, fue llevada al hospital de Bérgamo, donde, sin volver en sí, falleció el 6 de abril siguiente. Tenía 26 años de edad. El cirujano que la visitó en el hospital, inmediatamente exclamó: «Tenemos una nueva María Goretti» y cuantos conocían su bondad y rectitud, de inmediato la consideraron mártir. Beatificada por el Papa Juan Pablo II el 4 de octubre de 1987. La Beata Pierina ofrece un sendero luminoso para todos los que sienten la fascinación de los retos del evangelio.

Beato Angel de Chiavasso (Abril 11)

Sacerdote de la Primera Orden (1411‑1495). Aprobó su culto Benedicto XIV el 25 de abril de 1753.

Angel Carletti, bautizado con el nombre de Antonio,  nació en 1411 en Chiavasso, en el Piamonte. Estudió en su ciudad natal y luego en Bolonia, donde obtuvo la láurea en derecho canónico y civil. Culto, brillante, docto, tenía por delante una brillante carrera, y su madre ya le había escogido mujer de acuerdo con su condición. Pero el joven secretamente ya había decidido desposarse con la pobreza evangélica, la dama de san Francisco y sus frailes.
Dio este paso cuando tenía 33 años, después de la muerte de su madre. Sus bienes los dividió por mitades entre su hermano y los pobres. La Orden de los Hermanos Menores, que poco antes había perdido a San Bernardino de Siena, lo recibió con su ingenio, su fe, su espíritu de renuncia. Con tales dotes, Fray Angel de Chiavasso fue predicador, estudioso y teólogo, polemista y maestro de almas.
Se confiaron a su dirección personajes como el duque de Savoya Carlos I, y la Beata Paula Gambara Costa, condesa de Binasco y  Santa Catalina de Génova. Y precisamente para ayudar a los directores de almas compuso su «Suma de los casos de conciencia», tratados con delicadeza verdaderamente angelical.
Por encargo de Sixto IV predicó la cruzada contra los turcos que ocupaban a Otranto, en 1480. Fue apóstol en los valles alpinos contra los herejes, obteniendo espectaculares y conmovedoras conversiones. Pobrísimo por renuncia voluntaria, fue gran benefactor de los pobres, a quienes defendió de los prepotentes y de los usureros.
Los breves papales no lograron alejarlo de las responsabilidades importantes de la Orden, entre ellas la de Vicario General de la Orden. Después de la edad de ochenta años finalmente pudo volver a ser el humilde hermano en el convento de Cuneo, donde murió en 1495, y donde todavía hoy se venera su cuerpo incorrupto.
El 10 de diciembre de 1520, en Wittemberg, el monje rebelde Martín Lutero, arrojó a las llamas no sólo la bula papal de excomunión, sino también el «Código de derecho canónico», la «Suma de los casos», del beato Carletti, llamada comúnmente «Suma angélica», y que el reformador alemán definía como «más que diabólica». Angel Carletti había muerto un cuarto de siglo antes, en 1495 y es cierto que si todos los religiosos de la época hubieran sido como él, la polémica de los reformadores habría perdido mucho de su atractivo.

Beato Marcos Fantuzzi de Bolonia (Abril 10)

Sacerdote de la Primera Orden (1405‑1479). Pío IX aprobó su culto el 5 de marzo de 1868.

Nació en 1405, hijo de Bartolomé y Lisa Fantuzzi. En el bautismo le pusieron el nombre de Paz o Pasotto. Su padre fue decapitado por participar en una conjuración contra el gobierno de la ciudad, de manera que su educación corrió por cuenta de la madre. Ella esperaba encaminarlo hacia la carrera universitaria. Y efectivamente realizó brillantemente sus estudios. Pero después de una severa crisis religiosa, ingresó a la Orden Franciscana, aconsejado por su conciudadano el Beato Jaime Primaticci. Este hecho y la distribución de sus bienes entre los pobres, causaron gran revuelo en Bolonia. El 25 de abril de 1431, fiesta de San Marcos Evangelista, tomó el hábito religioso cambiando el nombre de bautismo por el del santo evangelista. Se dedicó a un profundo estudio teológico: sus textos preferidos fueron las «Homilías» de San Juan Crisóstomo y de San León Magno, Papa.
Ordenado sacerdote, en varias épocas entró en contacto con los grandes santos y predicadores de la época: San Bernardino de Siena, San Juan de Capistrano, San Jaime de la Marca, que lo impulsaron grandemente a la predicación. Primero predicó en zonas rurales, luego comenzó a subir a los grandes púlpitos de Italia y finalmente su acción de enseñanza y apostolado se extendió a Austria, Alemania, Polonia y Rusia. En 1463 fue en calidad de misionero y peregrino a Palestina, visitando devotamente los santos lugares. De regreso a Italia continuó su apostolado de la predicación. Durante las solemnes predicaciones se empeñó firmemente en pacificar los ánimos, devolver la concordia a las ciudades divididas en facciones, promover la asistencia a los pobres y necesitados. Fundó en varias ciudades italianas los Montes de Piedad, para cerrar el paso a los préstamos onerosos de los usureros. Combatió los movimientos heréticos de los flagelantes y de los fratricelos, que en aquel tiempo se difundían en algunas zonas de Italia.
Se distinguió en la dirección de algunos conventos locales y luego como Vicario provincial. Precisamente por estas sus dotes y capacidades, el 27 de abril de 1452 fue elegido en Aquila Vicario general de la Orden, cargo trienal al cual fue nuevamente llamado en 1464. En este  oficio quiso tomar contacto con los conventos esparcidos en Europa, para lo cual hizo numerosos viajes por Italia y fuera de Italia, contribuyendo así a un mayor desarrollo de la Orden. No eran tiempos fáciles para la Orden Franciscana, agitada por corrientes y tomas de posición internas no siempre ortodoxas. Precisamente en tales ocasiones Marcos demostró la capacidad de superior, uniendo la firmeza a la caridad. Durante el pontificado de Sixto IV se empeñó en impedir la unificación de las diversas familias franciscanas que este papa tenía intención de realizar. Esta enérgica oposición le creó gravísimas incomodidades, junto con graves acusaciones y contratiempos.
La muerte lo encontró en Piacenza, donde había ido a predicar la cuaresma, el 10 de abril de 1479. Su cuerpo a partir de 1626 es venerado en la basílica de Santa María de Campagna.

Beato Tomás de Tolentino (Abril 9)

Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1271‑1321). León XIII aprobó su culto el 23 de julio de 1894.

Tomás de Tolentino y tres compañeros también franciscanos: el sacerdote Jaime de Padua, el clérigo fray Pedro de Siena y el religioso Fray Demetrio de Tillis, de origen georgiano o armenio, conocedor de lenguas asiáticas, murieron mártires en India. Sólo el culto de Tomás fue confirmado por León XIII el 23 de julio de 1894.
Nacido en 1271 en Tolentino, Tomás entró a la Orden de los Hermanos Menores en 1285 y forma parte de los espirituales de las Marcas, secuaces de Angel Clareno. En 1290 parte como misionero a través de Grecia llega a Armenia, donde los franciscanos alcanzan la amistad del rey Aitón II, que en 1291 envía a Tomás como su legado al Papa Nicolás IV, al rey de Francia y al rey de Inglaterra para solicitar ayuda contra los sarracenos. En 1296 por segunda vez vuelve a Italia para defender a los espirituales clarenianos ante el Ministro General Juan de Morrovalle y la “communitas de la Orden”.
En 1307 lo encontramos de nuevo en Europa como enviado especial de Juan de Montecorvino, el célebre misionero franciscano y primer Arzobispo de Pekín, para pedir ayuda y especialmente personal para la misión de China. En esta ocasión Tomás se entrevistó con Clemente V en Poitiers, y obtuvo de él muchas ayudas. En los años 1308‑1320 ejerció el apostolado en China, junto al gran misionero Juan de Montecorvino. Hacia finales de 1320 lo encontramos en Ormuz, en el Golfo Pérsico; con los tres compañeros los hermanos Jaime, Pedro y Demetrio, llega al actual Bombay. Desembarcan en la isla Salsetta, en la ciudad de Tana, donde los acogen algunos cristianos nestorianos. Hospedados en una familia fueron identificados por los mahometanos de la ciudad y conducidos ante el Cadi (Juez), al cual explica la doctrina cristiana, no sin atacar la doctrina musulmana, el Corán y a Mahoma. Esta fue la acusación causa de su condena y del martirio. Cuatro sicarios los arrestan nuevamente y los decapitan, comenzando por Tomás, mientras Fray Pedro, por el momento escapa a la muerte, pero alcanzado más tarde es decapitado también. El martirio de los tres primeros tuvo lugar el 3 de abril y el de Pedro el 11 de abril de 1321 siempre en Tana.
El sacrificio de estos heroicos mártires está documentado en las relaciones privadas y sobre todo por la del Beato Odorico de Pordenone, misionero y viajero contemporáneo en China. En 1326 llegó a Tana, transportó por el mar los cuerpos de los mártires, no sin gravísimos peligros, a Zaiton, en China y describió su martirio. La cabeza del Beato Tomás fue enviada a Tolentino, su patria, donde el glorioso mártir y conciudadano fue venerado con culto público, confirmado por León XIII el 23 de julio de 1894.

Beato Julián de San Agustín (Abril 8)


Religioso de la Primera Orden (hacia 1553‑1606). Beatificado por León XII el 23 de mayo de 1825.

Julián Martinet nació en Soria (Medina Celi) en Castilla la Vieja, España, hijo de Andrés Martinet, francés fugitivo de Tolosa a causa de los calvinistas, y de Catalina Gutiérrez, joven obrera de Aguaviva. Ya enteramente educado, en edad juvenil vistió el hábito de los Hermanos menores en el Convento‑Retiro de Salceda. Desde un comienzo se dio a tan exageradas penitencias, que sus cohermanos lo juzgaron loco y le aconsejaron retirarse. Después de mucha insistencia, fue recibido nuevamente, pero luego fue despedido por los mismos motivos. Entonces se pasó a vivir cerca del convento llevando una vida eremítica, cada día pedía a los frailes un trozo de pan; y éstos conmovidos por su vida santa, lo aceptaron por tercera vez en el convento y así finalmente pudo emitir la profesión en la Orden franciscana en calidad de religioso laico. Después de una breve permanencia en los conventos de Alcalá de Henares y de Ocaña, regresó al convento de San Diego de Alcalá. Al encomendársele el oficio de limosnero se distinguió por la rigurosa mortificación, la pobreza y la humildad. Favorecido con el don de profecía y de ciencia infusa, mereció una gran veneración de parte del pueblo, al que edificó con sus virtudes y donde logró muchas conversiones.
El amor hacia Dios le inspiraba comprensión para con el prójimo. La miseria de los pobres despertaba en él una tierna compasión. Se interesaba por sus necesidades, los consolaba hablándoles de la felicidad del cielo; exhortaba a los ricos a ayudar a los pobres y a darles trabajo. Dividía su alimento con los hambrientos.
Era maravilloso su apostolado cuando de puerta en puerta pedía la limosna. Por muchos años ejercitó este apostolado con humildad y paciencia, tenía para todos una palabra de aliento, para llevar almas a Dios, quien glorificaba la humildad de su siervo con prodigios: muchos enfermos fueron curados, multiplicaba los alimentos; profesores de la universidad de Alcalá a menudo iban a consultarle sobre difíciles asuntos y volvían maravillados de sus respuestas, convencidos de que Dios le había infundido la ciencia.
Después de una vida pura, inocente, mortificada, plena de obras buenas, Fray Julián vio llegar finalmente la hora de la recompensa. Recibió los últimos sacramentos con gran fervor, y luego, con el rostro iluminado por una luz divina, abandonó el destierro para llegar a la patria del cielo. Era el 8 de abril de 1606. Tenía 53 años de edad. A la noticia de su muerte el clero, los profesores de la universidad, los nobles y sobre todo el pueblo que él había amado tanto, acudieron al convento de los Hermanos Menores para venerar al siervo de Dios, cuyo cuerpo permaneció expuesto por dieciocho días. Numerosos milagros sucedieron en su tumba, que fue colocada en una capilla que el pueblo de inmediato llamó de San Julián. En Alcalá le dedicaron una calle: Calle San Julián.

Beata María Asunta Pallotta (7 abril)

 Virgen de la Tercera Orden Regular (1878‑1905). Religiosa Franciscana Misionera de María.

María Asunta Pallotta, hija de Luis Pallotta y Eufrasia Casali, nació en Force (Ascoli Piceno) el 20 de agosto de 1878, primogénita entre cinco hermanos. Vivió los primeros años en Castel di Croce hasta que su familia se trasladó definitivamente a Force. No pudo seguir estudios regulares pues muy pronto tuvo que dedicarse al trabajo.
La determinación de abandonar el mundo surgió en ella de una manera súbita e imperiosa, por lo cual, ayudada de personas buenas, dada la pobreza de su familia, se dirigió a la casa de probación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María el 4 de mayo de 1898. Vivió en Roma, Grottaferrata y Florencia, distinguiéndose por la sencillez, la humildad, la prontitud para realizar los servicios más modestos y los trabajos más pesados.
El Instituto de las Hermanas Franciscanas de María recibía su bautismo de sangre, el 7 de julio de 1900, al ser martirizadas por los Boxers siete misioneras en Shansi, China. La fundadora les comunicó a las hermanas de la joven Congregación la noticia entre dolorida y orgullosa. Hacia 1903 María Asunta pidió a la fundadora ser enviada a China, para dar la vida por Cristo y por la fe.
La petición fue aceptada y el 19 de marzo del año siguiente, después de recibir la bendición de San Pío X, junto con otras nueve hermanas, se embarcaba en Nápoles para el Shansi, la misma misión de las mártires, a donde llegó tres meses más tarde. Su deseo era el de entregarse al apostolado, en cambio fue destinada a la cocina.
El invierno fue rigurosísimo; en los primeros meses del año siguiente, 1905, en todo Shansi cundió una terrible epidemia de tifo, y además de varias huérfanas, murieron cuatro religiosas, la tercera de las cuales fue sor María Asunta. Había caído enferma el 19 de marzo, aniversario de su partida de Italia. La tarde del 7 de abril recibió los últimos sacramentos y veinte minutos antes de morir, un perfume misterioso inundó las habitaciones donde ella había vivido. En 1913, al exhumarla su cuerpo fue hallado en perfecto estado de conservación. Los chinos la llamaron, «la santa de los perfumes». Es la primera Franciscana Misionera de María que, sin pasar por el martirio, recibió el reconocimiento oficial de su santidad. Ella hubiera querido convertir a todos los habitantes de China, pero su apostolado fue veloz: se terminó a los 27 años de edad. Beatificada por Pío XII, el 7 de noviembre de 1954.

viernes, 8 de abril de 2011

LECTURA ORANTE DE LA BIBLIA Frei Jacir de Freitas Faria, O.F.M.

1.         Para el inicio de la conversación
El libro del Apocalipsis registró la esperanza de las primeras comunidades al escribir: Es que hago nueva todas las cosas´ (Ap. 21,15).  Sustentada en las promesas  de los profetas. Esta expresión se torno el símbolo del deseo de los primeros cristianos, nuevo cielo, nueva tierra, nueva Jerusalén. ¡Todo Nuevo! La oración unida con la vida y sus desafíos mantenía al pueblo en su peregrinar y es en ese contexto que podemos hablar de la Lectura Orante de la Biblias. Desde los inicios  entre los cristianos ese método era utilizado.

2.         Su historia
Los primeros cristianos leían la Biblia de forma Orante, lo que alimentaba su fe y sustentaba su esperanza. [1] El Segundo testamento es pues una relectura del primer Testamento T[2].
      La Lectura Orante o Divina, como es llamada, deriva de la expresión Lectio Divina, usada por Orígenes, el cual dice que para leer la Biblia res preciso el esfuerzo y la constancia, “cada cual como Rebeca , tenemos que volver a las fuentes de la escritura. Lo que no se consigue con el propio esfuerzo debe ser pedido con la oración, pues es absolutamente necesario rezar para comprender las cosas Divinas[3]

      La lectura Orante fue  la espina dorsal de monaquismo del desierto. Las sucesivas reformas y transformaciones de la vida religiosa siempre retornaran la Lectura Orante. Las reglas monásticas de Pacomio, Agustín, Basilio y Benito hicieron de la lectura de la Biblia, del trabajo manual y de la liturgia la triple base de la Iglesia.
     
La sistematización de la Lectura Orante ocurrió con Guigo,  Monje Cartujo, que escribió a mediados de 1150, el libro “La escalera de los monjes”. En ese libro, el habla de cuatro gradas que el monje debe pasar para ir de la tierra hasta el cielo, que son: lectura, meditación, oración y contemplación. En resumen Guigo dice: “La lectura es el estudio asiduo de las escrituras, hecho con espíritu atento. La meditación es la actividad de la mente, que con la ayuda de la propia razón, procura el conocimiento de la verdad oculta. La oración  es el impulso fervoroso del corazón para Dios. La contemplación es la elevación de la mente sobre sí misma que, elevada a Dios, saborea las alegrías de la dulzura eterna”. La síntesis que Guigo hizo de la tradición servía de instrucción para los jóvenes que iniciaban la vida monástica.

Nuestros antepasados franciscanos, como otros eran tenidos como órdenes mendicantes: Dominicos, Servitas y Carmelitas, buscando una vida inserta en  medio de los pobres, tuvieron la Lectura Orante como fuente inspiradora.
En la continuidad de la historia, hubo un largo periodo en  que la Lectio Divina dejo de ser fomentada en la vida religiosa. Santa Teresita, por ejemplo, no tenía acceso al Texto íntegro del Antiguo Testamento. Se vivía el efecto de la Contra-Reforma. El miedo al protestantismo provocó la pérdida de los contactos con las fuentes. Ya que Lutero y el movimiento protestante habían devuelto la biblia para el pueblo.

El Concilio Vaticano II (1962-1965) retornó la tradición antigua. En el documento Dei Verbum (25) se recomienda la Lectura Divina.

Después de todo ese recorrido, hoy podemos afirmar que la Lectura Orante continúa presente en nuestras comunidades religiosas y en medio de los pobres.

3.         Sus objetivos

-       Comunicarla sabiduría que conduce a la salvación por la fe en Jesús Cristo (2Tim 3,15)
-       Enseñar, refutar, corregir y educar en la Justicia (2 Tim 3,16)
-       Proporcionar  perseverancia, consuelo y esperanza (Rom. 15,4)
-       Calificar al ser humano para toda obra buena (2Tim 3,17)
-       Ayudarnos a aprender de los errores de los antepasados (1 Cor 10,6-10)

4.         Sus principios
-          La Biblia tiene una unidad propia. Un texto no puede ser leído fuera de su contexto.
-          La palabra de Dios, está viva y presente en nuestros días. Ella fue revelada no sólo en el pasado, más también hoy.
-          La fe en Cristo, vivo en e la comunidad es la clave principal de la Lectura Orante.  La fe en Jesús ayuda a entender mejor la Biblia, y la Biblia ayuda a entender mejor el significado de Jesús  para nuestras vidas.
5.         Los escalones de la lectura orante.
El método de la Lectura Orante es muy simple. Como dijimos arriba, ella tiene cuatro pasos, también llamados escalones: Lectura, meditación, oración y contemplación-Acción.
a.       Lectura
Leer para amar la palabra, apropiarse de la Biblia y hacerla nuestra palabra ¿Cómo leer? En voz alta, con mucha atención; repetidamente; sin intereses; gratuitamente; en vista del Reino de Dios y en bien del pueblo; imparcial paraqué  el texto no se reduzca, al tamaño de nuestras ideas, considerando la contribución de la exégesis. La lectura debe responder a la pregunta: ¿Qué es lo que el texto dice? La lectura considera los siguientes niveles de análisis:
-     Literario: Analizar el tejido del texto, su situación dentro del contexto literario del cual él hace parte. En síntesis el nivel literario cuestiona el texto con las siguientes preguntas: ¿Quién aparece en el texto? ¿Qué es lo que el texto habla o hace? ¿Porqué el texto habla  o actúa de ese modo? ¿Cuándo eso sucedió? ¿Cómo habló o actuó?
-     Histórico.- Buscar descubrir los conflicto presentes en el texto y su historia en las dimensiones económica, social, política, ideológico, afectiva, antropológica  y otras.
-     Teológico.-  Descubrir lo que Dios tiene que decir para el pueblo en aquel momento histórico; como Él se revelaba, como el pueblo celebraba la Palabra.

b.      Meditación
La meditación responde a la pregunta: ¿qué dice el texto para mí, para nosotros, para nuestra realidad? Ella nos muestra la realidad oculta y el mensaje que existe para nuestro contexto que debe ser actualizado. Si la lectura muestra el contexto de aquella época, la meditación muestra el contexto de hoy. ¿Cómo hacer meditación?
-        Usar la mente y la razón para poder descubrir la verdad oculta.
-       Dialogar con el texto y Dios preguntando por lo qué hay de semejante y de diferencia entre la situación del texto y la nuestra, por los conflictos, por el mensaje que él nos trae, por los cambios de comportamiento que el texto nos propone.
-       Rumiar todo el texto, una parte o así mismo una frase o una palabra. Meditar día y noche en la Ley del señor (Sal 1,2). María rumiaba en el corazón (mente) los misterios de  Dios.
La percepción que tenemos del texto es muy importante. Ella no viene solamente del estudio, más sobre todo, de la experiencia que tenemos de la vida. San Jerónimo  decía que por la lectura  se llega a la cascara de la letra y se intenta atravesarla para alcanzarla por la meditación el fruto del Espíritu.
c.       Oración
La meditación actualiza el mensaje del texto, muestra lo que Dios está pidiendo de mí, para nosotros hoy. Cuando eso queda claro, llega el momento de decir lo que voy hacer. En ese momento nos encontramos con la incapacidad humana de responder a los pedidos de Dios. La oración como respuesta al llamado  o hasta como expresión de la pequeñez. La oración es lo que el texto me hace decir a Dios. La oración está presente en todo momento. La meditación es casi una oración. La actitud de oración debe ser como aquella de  María: “Hágase en mi según tu palabra”, no en la palabra de la Biblia, más aquella percibida en los hechos de la vida. María percibió la acción de Dios en la Historia, porque rumiaba
(Lc 2,19.51). El Magníficat es el rezar y cantar de los hechos de la vida.

     La oración es la admiración silenciosa y adoración delante de Dios. Desde los tiempos del NT, los cristianos descubrieron que no sabían rezar como conviene.
Es el propio Espíritu que ora en nosotros (Rom 8, 26). Quien mejor habla de Dios es el propio Dios, por eso la oración de los Salmos es todavía la mejor oración.

     ¿Cómo rezar? La oración puede ser de alabanza, de acción de gracias, de súplica, de perdón, o por medio de formas convencionales como la liturgia de las Horas, misa, celebración de la palabra, etc.  
     La palabra de Dios tiene dos aspectos. Ella no solo vale por la idea que trasmite, más también por la fuerza que comunica. No solo dice, más hace. En la creación, Dios dice y las cosas suceden. En hebreo, mejor que el portugués o español, usa el sustantivo dabar para decir palabra y cosa. De ese modo,  podemos decir que e n la lectura se descubre el decir de Dios y en la mediat5ción y la oración se crea el espacio donde la palabra dice lo que hace.

d.      Contemplación
¿Qué es la contemplación? Es lo que queda después de la oración lo cual nos lleva a una acción concreta. Es el punto de llegada y de partida de la Lectura Orante. La contemplación es como el fruto de un árbol. Al crecer y madurar lentamente, el ya estaba dentro del árbol.

      Contemplación es también el nuevo mirar que brota ante la realidad después de todo el proceso hecho. San Agustín decía que a través de la Biblia Dios nos devuelve el mirar de la contemplación y nos ayuda a descifrar el mundo y a transformarlo, para que, de nuevo, ella sea una revelación de Dios. Contemplar es sumergirse en los hechos

6.              La lectura orante en la asamblea

La lectura Orante es como una chimenea de una vieja casa. Ella apunta para lo alto. Muestra que algo de bueno está siendo hecho, preparado para ser degustado. Al hacer uso de la Lectura Orante de la Biblia de nuestra asamblea tenemos como objetivo vivir intensamente la experiencia de Dios con el auxilio de su palabra, el compartir de nuestro caminar, la convivencia fraterna. Por lo tanto, nuestra semana estará dividida según los pasos de la Lectura Orante. Vamos a leer nuestra realidad, meditar nuestros desafíos, rezar pidiendo a que nos ayude a realizarlos, contemplar y trazar un plan de acción.

7.              Siete sugerencias para orientar la Lectura Orante.

1.    Acogida, Oración[4]
a.    Acogida y breve compartir de expectativas.
b.    Oración inicial, invocando la luz del Espíritu Santo.

2.    Lectura del texto.
a.    Lectura lenta y atenta, seguido por un momento de silencio.
b.    Quedar callado para que la lectura pueda penetrar en nosotros.
c.     Repetir el texto en grupo,  intentando recordar todo lo que fue leído.

3.    El sentido en sí del texto.
a.    Intercambiar impresiones y dudas sobre el sentido del texto.
b.    Si es necesario, leer nuevamente y esclarecerse mutuamente.
c.     Un momento de silencio para poder asimilar todo lo que fue oído.
4.    El sentido para nosotros
a.    Rumiar el texto y descubrir su sentido actual.
b.    Aplicar el sentido del texto a la situación que hoy vivimos.
c.     Ampliar  el sentido, uniéndolo con otros textos de la Biblia.
d.    Situar el texto en el Plan de Dios que se realiza en la historia.

5.    Rezar el texto
a.    Leer de nuevo el texto con toda la atención.
b.    Momentos de silencio para preparar la respuesta a Dios.
c.     Rezar el texto, compartiendo las luces y fuerzas recibidas.

6.    Contemplar, comprometerse.
a.    Expresar el compromiso al cual la lectura Orante nos llevó.
b.    Resumir todo en una frase para llevarla consigo durante el día.

7.    Un Salmo
a.    Hallar un Salmo que exprese todo lo vivido en el encuentro.
b.    Rezar el Salmo para encerrar el encuentro.



[1] La definición de la lectura orante que ahora presentamos sigue sobre la cuestión. Para conferir C.R.B., lecturas Orate Da Biblias, Tua palabra è vida 1, Sao Paolo 1990, 1436
[2] Usaremos las terminologías del Primer Testamento y del Segundo testamento a la inversa de lo Tradicional AT y NT. Juzgamos ser esas mas apropias para un dialogo inter religioso.
[3] Texto citado por: C.R.B, Leitura Orate da Biblia, Tua Palabra è vida 1,, Sao Paolo, 1990.16
[4] Cf. C. MESTERS, “Reflexoes sobre a mística que debe animar a leitura orante da Biblia”, Estudos bíblicos 32 (1991) 103-104


miércoles, 6 de abril de 2011

ABRIL 6: BEATO GUILLERMO DE SICLI

 Ermitaño de la Tercera Orden (13091404). Pablo III concedió en su honor oficio y Misa el 27 de junio de 1539.
Nació en 1309 en Noto, Sicilia, de familia ilustre. En una batida de cacería en 1335 en los alrededores de Catania, Federico II fue atacado por un jabalí; Guillermo hizo frente a la fiera y salvó al rey, pero sufrió la fractura del fémur derecho; su estado de salud se agravó.  Durante la noche se le apareció Santa Agueda y le dijo: “Levántate, Guillermo hermano, abandona la corte y vete a la soledad, allí Dios te hablará al corazón”. Curado pero desertor, se presentó al soberano y le reveló la aparición y le comunicó su decisión de consagrarse a Dios. De él obtuvo un lugar llamado “La celda del Castillo”, en los alrededores de Noto, cerca de la iglesia del Crucificado.
En la “Celda” vivió en completa pobreza y por algunos años en compañía del cohermano Terciario Franciscano San Conrado Confalonieri de Piacenza, que luego vino a ser protector de Noto. Cuando éste, para apartarse todavía más del mundo escogió la localidad llamada Pizzoni, Guillermo recibió de la Madre de Dios la orden de ir a Sicli, en 1345, para renovar el culto a la Madona de la Pietá. Al lado de la iglesita se construyó con sus manos un pequeño eremitorio. Vivió en áspera penitencia y en oración fervorosa y constante, difundiendo la devoción a la Madre Dolorosa y haciendo bien a todos. En 1382 amplió la iglesia de Santa María de la Pietà. La devoción a nuestra Señora volvió a florecer. La estima y veneración que los habitantes de Sicli y de las regiones limítrofes tuvieron por el heroico ermitaño fueron tales, que en poco tiempo aquel lugar solitario se convirtió en meta de peregrinaciones frecuentes y fuente de celestiales prodigios.
Fray Guillermo, ermitaño terciario franciscano, vivió en este nuevo eremitorio durante 57 años. Dormía en la dura tierra, se alimentaba de lo que la caridad de los fieles le llevaba en señal de devoción y reconocimiento. Su oración era constante, continua su unión con Dios.
El 4 de abril de 1404, a los noventa y cinco años de edad, se abrieron ante él las puertas del cielo. Las campanas sonaron a fiesta y anunciaron su muerte bienaventurada. Clero y pueblo se dirigieron al eremitorio, donde encontraron al anciano ermitaño con las manos juntas tendido en tierra, rodeado de esplendores celestiales. Parecía absorto en éxtasis. Fue trasladado procesionalmente a Sicli a la iglesia de San Mateo, y sepultado en una urna de mármol.

lunes, 4 de abril de 2011

parroquia el sagrario - semana parroquial de liturgia 2011

I SEMANA PARROQUIAL DE LITURGIA 2011

“VERBUM DOMINI”
Sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia
(Exhortación apostólica postsinodal del Papa Benedicto XVI)



PONENTE:
Pbro. Lic. Martin M. Arenas Calagua
Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra – España
Profesor Ordinario de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
Párroco de la parroquia El sagrario de la Catedral de Lima

Del 04 al 08 de abril del 2011
8.00 pm – 9.30 pm.
Lugar: Capilla Santa Rosa (Jr. Miro quesada 448 – frente al Banco central de Reserva del Perú – a ½ cuadra de la Av. Abancay - Cercado)
Inscripciones: En el despacho parroquial en horario de oficina.
Colaboración: S/. 5.00 nuevos soles (se entregarán materiales)